miércoles, 28 de mayo de 2008

Apolítico

(Un relato de Adrián Torres)

Diálogo entre dos estudiantes, antes de una clase de Física.

- ¿Andás con plata encima?, ¡estás loco!, ¿querés que te afanen?
- Es que me debían trece lucas quinientos y si no las cobraba hoy, no las cobraba más.
- ¿Y te vas a volver a tu casa con esa montaña de guita?
- ¿Y qué querés que haga?
- Dejámela a mi, que vivo acá nomás … mañana pasás temprano por casa y te la llevás.
- Te agradezco, pero …
- Ya se, desconfiás porque recién nos conocimos en esta cursada, ¿verdad?
- ¡Hum! … sinceramente … si.
- ¡Ah! … bueno, … dame un cigarrillo.
- Tomá … tomá fuego …
- Gracias, fuego tengo … me quedé pensando, … ¿el otro día no me dijiste que eras apolítico?
- ¡Ehhh! … si.
- ¡Y vos no querés dejar la guita en casa!
- ¿Y que tiene que ver una cosa con otra?
- ¡Ja! … sos un ingenuo.
- ¿Por?
- ¿Sabés cuanto dinero tuyo le confiás a otros desconocidos, solo porque a vos no te interesan los Asuntos Políticos?
- ¡Je! … aún si me interesara la Política, otros desconocidos seguirían manejando mis dineros.
- Cierto … entonces no veo la razón por la cual no puedas dejar el dinero en mi casa, … además, …

En ese preciso momento, se les acercó un chorro a cara descubierta, con un “seis luces” en la mano, los apuntó y se llevó las trece lucas quinientos.
Y nunca se supo cuál fue el destino político del estudiante indiferente y escéptico, coprotagonista de esta controversia de pasillo.
Lo que si se supo, es que el ladrón no era apolítico. Se ocupaba personalmente de sus propios asuntos.
Y a cara descubierta.

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